Bien, ya es suficiente. Una dama no baja la mirada por mucho que le molesten algunas situaciones. (?) Oh, estoy irremediablemente obsesionada con Regina Spektor. Yo quiero ser como esa mujer cuando sea grande, lo juro.
Al poner la primera letra de esta entrada, pensé que escribiría un par de cosas random y ya, pero se me acaba de ocurrir algo realmente bonito. Y es que todo lo que nos sucede en esta vida es una maravillosa oportunidad para vivir. Para sentir. Cierra los ojos un momento y respira. ¿Qué sientes? ¿El viento sobre tu cara? ¿El calor de la computadora? ¿El frío del aire acondicionado? ¿El viento del ventilador? ¿La vibración de la música? Son pequeñísimas, insignificantes cosas de las cuales no nos percatamos porque estamos demasiado ocupados intentando pensar en cosas más grandes que no podemos comprender por completo. Así, desgraciadamente, pasan nuestras vidas, segundo a segundo. Acercándonos más a lo inevitable.
¿Pero qué pasaría si, en vez de buscar las respuestas a grandes preguntas, viésemos respuestas en cosas cotidianas? El peor error del hombre es la costumbre. Nos acostumbramos a la planta que está en el jardín, y ya no la vemos al pasar. Nos acostumbramos al cielo, y no nos fijamos cuando cambia de color, o cuando las nubes están teñidas de rosa. Si alguien nos dice "¡Qué bonito está el cielo hoy!", apenas levantamos la vista y decimos "Sí, es verdad". Luego volvemos a hundirnos en nuestra negra laguna de costumbre.
La costumbre me da asco.
Pero el caso es ese, todo lo que nos sucede es una oportunidad para vivir, que no aprovechamos. Aceptamos las cosas como nos vienen, nos quejamos si nos duelen, nos alegramos si nos gustan, y las dejamos pasar. Le damos importancia a muchas cosas que no deberían tenerla.
Digamos, el amor. ¿Qué pasa con él? Muchas personas lo intentan definir, a diario, y todas están equivocadas. Porque es algo a lo que realmente no se le pueden poner límites ni peros, ni por qués. Es algo que sucede, que es, y nunca se puede hacer algo por remediarlo. (Acabo de recordar una canción... eh... "How much longer will it take to cure this? Just to cure it 'cause I can't ignore it if it's love, -love-"). Las personas se empeñan tanto en ocultarlo, en suprimirlo, en ignorarlo, en negarlo. El amor es algo que tiene que vivirse, ya sea largo o corto, intenso o suave... ya sea amor a tu madre o cariño a una flor que tienes plantada en una maceta, en el alféizar de la ventana.
Y las personas se quejan del amor tanto como se podrían quejar de la muerte. Dicen "nunca volveré a amar". "Me han hecho mucho daño". "No podría aceptar otra decepción". Dicen que han llorado por amor. Dicen que no quieren amar a nadie por temor a ser lastimados.
Es algo natural eso, el temor al dolor. Sin embargo, aunque a algunos les suene raro, ¿no es el dolor una manera de sentir? ¿Si no sintiéramos, estaríamos vivos? ¿Cómo sabríamos que vivimos, si no sentimos? El amor, como todas las cosas en este mundo, tiene momentos buenos y momentos malos. Un segundo podemos sentir que estamos en la cima del mundo, con el viento alborotando nuestro cabello, explotando de felicidad; al otro podemos pensar que estamos en lo más profundo del océano, con el agua empujando el aire fuera de nuestros pulmones. Pero estamos vivos, y cada sonrisa, cada caricia, cada lágrima nos lo recuerda. Si la llama de una vela no nos quemara, significaría que no podríamos sentir. Si la lluvia no mojara, ¿habría alguna razón para que lloviera?
Si el amor no nos hace sentir, sonreír y sufrir, si el amar no nos dice que estamos vivos, ¿habría alguna razón para que existiera?
Yo no agradezco tanto como me gustaría agradecer. Pero si hay algo por lo que estoy totalmente agradecida es por nuestra capacidad de sentir. De poder llorar, de sonreír, de ver los vibrantes colores que hay en una trinitaria. De poder sentir que mi corazón da un vuelco cuando escucho una voz... pero sobretodo de poder sentir que la vida sigue, y que hay miles de cosas que me faltan por ver, millones de olores, sabores y momentos que me faltan por vivir.
Siempre, la vida sigue, y si nos cerramos a las nuevas oportunidades nos perderemos de todas las cosas que el mundo tiene preparadas para nosotros.
Y usé el amor para dar un ejemplo, pero puede ser cualquier cosa. Solo depende del cristal con que lo observemos.
Ja, ahora me parece que el título de esta entrada no estaba tan desencaminado.