"Bienvenidos al infierno, por favor mantenga brazos y codos dentro del vehículo". Daria Morgendorffer.

domingo, 1 de agosto de 2010

Bitácora de los "no me puede estar pasando esto".

Ay, no puede ser. No puede ser que tenga ganas de escribir y que realmente no sepa que decir. No tengo mucho de que hablar, además, claro, que de la eterna espera. La espera. Ah, maldita sea. Y, ni siquiera sé por qué carajo estoy esperando. ¿Acaso puedes decírmelo tú? 

Quizás espero a que se acabe este fatídico día, que empezó con aquéllos fatídicos hijos de los vecinos gritando en mi ventana. Fue un día soporífero. Hasta la atmósfera se hizo pesada, los mosquitos intentaban volar atrapados en la gelatina de las horas. El aire parecía gelatina de naranja, y moverse entre gelatina no es en realidad la manera más fácil de avanzar. 

Pero llovió. Durante menos de dos minutos, y con un sol insoportablemente radiante, llovieron gotas guesas y frías que hicieron a los transeúntes correr desprevenidos para no mojarse, que salpicaron el alféizar de la ventana de mi habitación y me llenaron de gotitas el rostro. Y eso me hizo sonreír, al menos una vez.

Creo que la lluvia es una de mis cosas favoritas en el mundo.

Pero quizás ese no sea el motivo de mi espera. Quizás espero a que se acaben las vacaciones, pues cada día hay menos motivos para estar sorprendida, y el sopor de los días de vacaciones es fácilmente comparable al sopor de los días de clase. Y claro, como mis (estúpidos) vecinos no me dejan dormir hasta más allá de las 8 porque no son capaces de quedarse dormidos hasta tarde como personas normales e INSISTEN en seguir madrugando, realmente no hay mucha diferencia.

Es mi último primer día de clases. Mis últimos "Maldita sea, dónde dejé el uniforme. Ah, arrugado detrás de la cama" y "¿Dónde coño está el cuaderno de Psicología? Profesora, un alien secuestró mi cuaderno". No sé si debería estar emocionada o aliviada, o triste, o las tres cosas juntas. Es como un remolino de emociones.

O, bueno, quizás simplemente estoy esperando el final de la espera. Quizás esperando un algo, quizás esperando un alguien que ponga punto y final a los días de sopor, (o por lo menos un estúpido punto y aparte). Maldita sea, sí. Una de mis cosas favoritas en el mundo es ese vacío en el estómago cuando sientes que es el inicio de algo. Y lo extraño, y...

Ay, por todos los santos cielos. O no. Quien sabe.

3 blahs:

Alicia Zapata dijo...

Disfruta mucho este año, porque no es el último *-* es el comienzo de muchos por venir. Love you!

Unknown dijo...

siento que describiste un dia de mi vida!!!

Verónica Sarache dijo...

Bah, maldita suertuda. A mi aún me quedan dos años de Física, Química, Matemática, Pre-Militar... A veces me pregunto qué carrizo hago aguantando todo eso. En fin, sólo a un año del último primer día.