CRÓNICAS DEL SUEÑO
Cuentos de papel. I
De sueños dormidos y sueños despiertos
Amelia. Su nombre sonaba como todos los sonidos juntos. En la mañana, sonaba a pájaros recién despertados, sonaba a día recién nacido, a hierba mojada y a sol nuevo. En la tarde, sonaba a risas de niño, a campanillas, sonaba al olor del caramelo recién fundido; y en la noche, sonaba a silencio.
Y, pues, Amelia era su nombre. Le gustaba pintar con los dedos, con témperas o acuarelas. Sobre papel, paredes, o piso. En su cara, en las caras de los demás, (aunque no siempre tuviese permiso). Tenía una gran afición por el papel; amaba su textura, su suavidad, el hecho de que pudiese cortarse o doblarse y crear cosas completamente nuevas. Papel crepé, papel de seda, papel de agua, de árbol, reciclado, de rayas, de puntos, coloreado. Cada hoja de papel tenía su propio olor, su propio tono y su esencia única. Cuando creció, fundó en su habitación un imperio callado de vestidos de papel, y se convirtió en toda una modista. Salía a la calle con faldas decoradas con volantes de papel de seda rojo. Pintaba sobre papel blanco millones de figuras, que se mezclaban unas con otras hasta convertirse en intrincados motivos que decoraban sus blusas.
Pero aunque adoraba la pintura y los pinceles, su mayor afición era soñar despierta. Soñaba con mundos alternos y reinos de los de verdad, los de antes. Los de cuento. Soñaba largas historias de amor entre monstruos, nada que ver con las porquerías vampirescas que rondaban por las librerías normales: en las librerías de su cabeza había monstruos de colores, monstruos hechos de azúcar o con varias cabezas, con cola o con capa, que comían sangre o solo vegetales, se alimentaban de sonidos o de música. Algunos incluso se alimentaban de pintura gris. Solo de pintura gris.
Sí, amaba soñar despierta. Una vez, una de… de las personas de su entorno -que en algún momento entre la realidad y la fantasía se volvieron una masa indistinguible-, le preguntó que haría después de salir del instituto. Pregunta trivial para una persona tan poco trivial. Ella respondió con una de mis frases favoritas en todo el universo.
-Me dedicaré a soñar despierta hasta dormirme.- dijo.- Y luego a soñar dormida hasta que despierte.
Y, contra todo pronóstico, lo hizo.